Como Daniel Alves con el plátano, Rogelio se comió un huevo duro en un derbi.
Fue en la temporada 66-67 y se recuerda como una de las anécdotas más curiosas en la rivalidad sevillana.
Por M. G. , 28 de abril de 2014 8:31 h.
Rogelio Sosa, genio y figura. Mucho se habla estos días de Daniel Alves y el plátano que le lanzaron durante el Villarreal-Barcelona en El Madrigal. Lamentable acto con connotaciones racistas que ha promovido lógicos gestos de adhesión al brasileño desde todos los continentes y de rechazo a quien perpetró esta ofensa, que ha sido identificado por el club castellonense, que le retirará el carnet y la entrada en su estadio de por vida. Ocurre que este hecho, en otro contexto, tiene un paralelismo curioso en la historia del Real Betis y en la figura de Rogelio. Durante un derbi de la Liga 1967-68 se produjo un suceso que dio mucho de qué hablar. Salía Rogelio con sus compañeros a disputar la segunda parte tras el pertinente descanso, que había concluido con empate a uno entre los rivales sevillanos. Desde la grada se lanzó un huevo duro que cayó justo al lado de Rogelio. “Me pasó rozando”, recuerda el coriano. “Se me ocurrió la idea de cogerlo, darle dos porrazos para quitarle la cáscara y hacer como que me lo comía. El que lo lanzó puso una cara de serio…“, señala con gracia. El duelo se disputó el 26 de noviembre de 1967 y acabó venciendo el Betis por 2-3 con tantos verdiblancos de González, Landa y Quino, que superaron a los sevillistas de Eloy y Bergara. Las crónicas de la época no reseñaron aquel suceso pero sí lo hizo J. Félix Machuca años después en ABC de la siguiente manera: “Rogelio también tenía detalles de agradecimiento con los generosos obsequios que el público de la grada le ofrecía. El de la caoba no olvidará nunca aquella frase de Andrés Bosch: ‘No le eche cuenta a los gritos de la gente. La gente hace lo que tú quiera. Aquello se le debió quedar grabado a Rogelio porque en un partido que el Betis ganó en Nervión por dos a tres con Pepe Valera como entrenador, le tiraron un huevo duro en el descanso. Rogelio no se inmutó. Intuyó su bondad gastronómica, lo peló y y se lo comió. Qué buena digestión hizo Rogelio. El cielo y la tierra se alió con el Betis en aquel partido’”.