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Copa Spencer

Copa Spencer

por favor ke alguin me explique ke es la copa SPENCER

La "COPA SPENCER", GRAN VICTORIA BÉTICA.

"Cuando se bucea en los hechos, cuando se investiga en el pasado, se tropieza siempre con la nota humana. De nada nos vale a los mortales pretender eludir esa impronta que dejamos en nuestros actos, porque a pesar del tiempo, cuando alguien investiga, aparece siempre la nota humana, caliente, viva. Antes de adentrarme un poco en los caminos del fútbol, dentro del área de mi incumbencia, del periodismo, yo creía que Spencer era uno de los muchos británicos que jugaron al "foot-ball en los tiempos históricos, cuando este deporte nacía a la luz pública en Sevilla. Así lo admitía en mis levísimos conocimientos de estas actividades de los hombres que se habían dedicado al cultivo de los músculos de las piernas, cuando nadie pensaba en eso en nuestra Patria. Pero un día descubrí que "Spencer" era sevillano. Entonces lo adiviné hijo de algunos de los ingleses que se instalaron en el Sur de España cuando nuestro  gobierno cedió a los británicos la explotación de las minas de Riotinto; o de algún otro de los que dirigieron la industria corchera en nuestra Ciudad, cuando los españoles permitíamos que se llevaran al extranjero la "gabardina" de los alcornoques, para luego devolvernos tapones a precio de oro, fabricados por esos mundos de Dios con materia prima española. Lo adivinaba, pues, como un sevillano ocasional, que nació a la sombra de la Giralda por mera casualidad, pero que podía haber visto la primera luz de la vida, por ejemplo en Whitersea, una neblinosa y triste tierra del condado británico de Yorkshire. En definitiva, yo admitía en mi fuero interno el apellido Spencer como puramente inglés, con más o menos circunstancial influencia sevillana. Estaba confundido, mejor dicho; en lamentable error. Spencer era sevillano de nacimiento y de ascendencia, y tiene valor anecdótico el descubrir --por si alguien, como yo lo estaba, se encuentra en un error-- el por qué le llamaban a Enrique Gómez Muñoz "`Spencer".

Cierto es que a mí me había sonado este nombre de Spencer rebuscando cosas de fútbol por mera curiosidad. Y ahora caigo que fue en una alineación del Jerez, de allá por el año 1920 ó 1921, en una revista ilustrada. Publicaban la foto del "team" de la tierra de los vinos y en el pie los nombres de los "equpiers"; entre ellos venía Spencer, un joven que no podía negar su ascendencia y su paisanaje con Shakespeare. Entonces yo, cuando se habla de "Spencer", asociaba, allá en el fondo de mi memoria, el nombre con aquella foto y me quedaba tan tranquilo de saber de quien hablaba.

Pero cuando ya me dediqué más de lleno, dentro del radio de acción del periodismo, al deporte y concretamente al fútbol, descubrí que el "Spencer" a que se referían en Sevilla no era aquel auténtico británico, sino otro, Enrique Gómez Muñoz, sevillano de la cabeza a los pies. Entonces mostré deseos de conocer la razón de lo que ya, evidentemente, era apodo o nombre de batalla en el fútbol y entonces tropecé con esa razón humana de los hechos de que hablo al comenzar este capítulo.

Es sabido que el "foot-ball" gozaba en sus comienzos de poco crédito entre la gente sesuda y sentada,  en especial en los padres de los jóvenes que iniciaron la práctica del "sport" en Sevilla. Enrique Gómez Muñoz se manifestó como un buen "equipier", un magnífico delantero, pero sus padres se oponían rotundamente a que diera patadas a la pelota. Coincidía entonces, en las alineaciones del club jerezano el auténtico Spencer, que tenía cierta analogía fisonómica y anatómica con Enrique Gómez Muñoz. Era alto, rubio, y con pecas en el rostro. Sus compañeros de equipo comenzaron a llamarle Spencer, porque éste como aquél le pegaba al balón bien y duro, y el propio Enrique Gómez Muñoz adptó el apodo como nombre de batalla para el fútbol, con el propósito de burlar las reprimendas domésticas y las filípicas del padre, que como era lógico no sentía ninguna simpatía por el "foot-ball" y por tanto no podía consentir que su hijo lo practicara. Y así nació "Spencer" sevillano, cuya gloria nubló por completo del panorama deportivo aquella época, la del auténtico británico.

España participó, por primera vez,en competiciones internacionales en 1920, cuando envió su selección a la Olimpiada de Amberes. A partir de entonces, el "foot-ball" español figuró en el mundo representado por Zamora, Pololo, Herminio, Samitier, Zabala, Alcántara, Del Campo y otros nombres nimbados de gloria dentro de este deporte. Como consecuencia de ello, la Real Federación Española tuvo necesidad de fijarse en los jugadores de los distintos equipos hispanos y los ojos seleccionadores recayeron sobre el juego de "Spencer", para darle a ka Sevilla la gloria de ser el primer internacional del "foot-ball" sevillano. En muchos partidos figuró el fino jugador y siempre dejó sentada la cátedra de su buen juego, de su inteligencia como delantero, de su desenvoltura y de la potencia de sus tiros.

El 13 de Marzo de 1926, en plena juventud y vigor físico, una cruel y terrible enfermedad, se llevó para siempre a Enrique Gómez Muñoz. El fútbol sevillano se vistió de luto y el eco del dolor por la irreparable pérdida para el deporte, se fue extinguiendo lentamente. En su homenaje la Federación Regional Sur de Football organizó un torneo que denominó "Copa Spencer", competición que nació con el signo del interés, ya que los clubes llenaron rápìdamente su inscripción y en la masa de aficionados al fútbol fue muy bien visto este torneo, que les permitía presenciar un buen número de partidos de gran emoción, dado que el trofeo había despertado la codicia entre los presuntos participantes.

Y asi fue. Hubo interés máximo, pero rebasó todos los límites imaginables cuando se enfrentaron el Sevilla y el Real Betis Balompié, en el Campo de la Reina Victoria, el 3 de Octubre de 1926.

Para el Real Betis Balompié --como lo han demostrado los años-- el trofeo "Spencer" tenía un valor incalculable. Era esta victoria como un premio permanente a la sana rivalidad, a la caballerosa rivalidad, que siempre ha presidido los actos de los dos clubes sevillanos. Lucir en sus vitrinas la "Copa Spencer", es una de las más intimas satisfacciones de la sociedad verdiblanca, que rememora, con legítimo orgullo, jornadas triunfales de su limpia historia. Pasan los tiempos y el codiciado galardón va tomando más y más importancia, por su significado dentro del fútbol sevillano, por el símbolo que ostenta, por lo que representa dentro de este primer medio siglo del fútbol hispalense.

El partido, jugado sobre el terreno sevillista en aquel torneo, el 13 de Octubre de 1926, fue memorable. El Real Betis puso todo su entusiasmo, toda su codicia. Los jugadores verdiblancos no se dieron punto de reposo ni conocieron desmayo. Fueron a la lisa con el ánimo templado y los nervios en tensión, pero dominándolos hasta el extremo de poder trazar sobre el cuadrilátero sevillista un juego tenso, poderoso, arrollador. He hablado con varios espectadores de aquel memorable partido y lo recuerdan como algo inolvidable, como la lucha más tesonera y entusiasta del Real Betis Balompié. Naturalmente que la victoria fue el justo premio. El 3-1 a favor del Real Betis Balompié que campeaba en el marcador cuando llegó el final del encuentro, demostraba claramente en cuál de los dos bandos se puso más brío, más empuje, más afanes de triunfo. Imagínense mis lectores el punto final de aquel partido. Gritos de júbilo bético; jugadores en hombros y la invasión del campo de juego por una multitud enervada por la victoria, que gritaba sin cesar sus aclamaciones al Real Betis Balompié, que se abrazaba en el paroxismo de la alegría.

Había que remachar la victoria en el campo bético, pero esto no preocupaba a los verdiblancos. Si fueron capaces de vencer en terreno enemigo, con mucha más holgura lo conseguirían en el propio. Por el bando sevillista hubo caras largas --cosa lógica cuando la disputa se montaba sobre lo que tanta significación tenía para el Sevilla FC, el nombre de "Spencer"-- y una condena para los once hombres que defendieron los colores blancos, a quienes justamente se les acusó de abúlicos, de no poner interés en la pelea.

La réplica se celebró en el Campo del Patronato y volvió a vencer el Real Betis Balompié, esta vez por dos a cero. Sumados los goles, que eran el elemento de juicio para la adjudicación del trofeo codiciado, el Real Betis Balompié tenía a su favor 5 goles, por uno del Sevilla FC. La "Copa Spencer", pues, se la adjudicó el Real Betis Balompié legítimamente.

Las alineaciones de los dos equipos han pasado a la historia del fútbol sevillano. Fueron éstas:

REAL BETIS BALOMPIÉ: JESÚS; TENORIO, JIMÉNEZ; SALDAÑA, ESTÉVEZ, ADOLFITO; ROMERO, GERMÁN, CARRASCO, ENRIQUE Y MANOLÍN.

SEVILLA FC: Eizaguirre; Iglesias, Sedeño; Caballero, Ocaña, Gabriel; Roldán, Carreño, Carrasco, León y Brand.

Y ahí está, querido lector, la "Copa Spencer" en las vitrinas de la Sociedad Verdiblanca, como centro de todos los trofeos que pregoan las victorias del REAL BETIS BALOMPIÉ en todos los tiempos. Hay estimados y preciados galardones, jirones de victorias legítimas, pero ninguno figura con el brillo de esta copa, sobre la que el correr de los años de mayor esplendor porque es el símbolo más definido de la rivalidad y porque lleva el nombre de uno de los hombres de la cantera blanca que más gloria dió al Sevilla FC y a la Ciudad. Ahí está la "Copa Spencer", pregonando el mérito de una rivalidad sentida y vivida por caballeros sevillanos a través de los tiempos, demostrando que la muerte va borrando nombres, pero que el espíritu de los hombres que fundaron el club, el entusiasmo, la fe, la confianza, la caballerosidad, el afán de vencer, perdura en el REAL BETIS BALOMPIÉ como en el primer día, como en aquel lejano momento en que un muchacho lleno de ilusiones (Manuel Ramos Asensio) insistía para conseguir la audiencia con el Gobernador Civil de Sevilla y lograr la aprobación de los Estatutos de la Sociedad  SEVILLA BALOMPIÉ. Ese mismo espíritu perdura e impulsa hoy al REAL BETIS BALOMPIÉ; es el fruto de la gran semilla sembrada por los pioneros de la primera hora del fútbol hispalense.

Fuente; Capítulo IX de Libro de César del Arco "Medio Siglo del Fútbol Sevillano": Victorias, anécdotas y venturas del REAL BETIS BALOMPIÉ, Sevilla, Diciembre de MCMLVIII. Año de las Bodas de Oro, celebradas en Primera División-Temporada 1958/1959.

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